El programador de Miranda! se baja por razones musicales y emocionales.

Txt. José Bellas.
jbellas@clarin.com
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Igual que Jim Carrey en la película que se estrena en dos semanas, Bruno De Vincenti tiene una obsesión con el número 23. Una relación "mística-numerológica", según la define, que le ofreció experiencias extrañas. Así se llamaba, de hecho, el proyecto que llevaba a cabo antes de entrar a Miranda! (2002) y que acaso reflote ahora que decidió bajarse del exitoso barco en el que hasta ahora se desempeñaba como programador.
—¿Qué pasó, Bruno?
—El último año me agotó mucho todo, personalmente. Y también tenía muchas ganas de hacer otras cosas y no me daban los tiempos. Eso me angustiaba todavía más. Quizás en el escenario eso no proyectaba, pero los chicos sí percibían esa energía como más baja, de mi parte.
—¿La decisión fue tuya?
—Sí, y fue una sorpresa para ellos. Nos juntamos y se decidió esto, en muy buenos términos. El leit motiv de la banda es "sigamos juntos mientras seamos felices", ésa fue siempre la bandera. Y el último año no estaba siendo feliz . Los chicos se lo tomaron tan bien que me dijeron que cuando quiera volver, las puertas van a estar siempre abiertas.
—¿Cuál fue el momento en que te hizo el click?
—Una gira de 20 días por México, que terminó en Chicago (USA), el mismo día que se casaba mi hermana. Yo soy muy tano y le pongo mucho énfasis a la familia y todo eso. Perderme eso fue muy fuerte. Inclusive llamé a la fiesta, todo muy Corleone. Ahí empecé a pensar que no estaba teniendo toda la felicidad que estaba buscando.
—¿Grabaste para el disco nuevo?
—Muy poco, yo ya estaba medio alejado. La magia sale básicamente del productor, Cachorro López, que es un capo total.
—¿Y ahora qué viene?
—Volver al underground. Me parece muy copado bajar un cambio. Con Miranda! todo iba a mil por hora. En las giras promocionales, que a veces te dejan baches de días enteros, fui acaparando material y, no miento, tengo casi cinco horas de música. Ahora viene la etapa de clasificar y ver si alguien lo quiere editar. Me subí al MySpace con dos nombres, el mío e Ivan Johnson, que siempre fue un proyecto paralelo.
—¿Tenés miedo de arrepentirte?
—Puede pasar, pero hoy por hoy necesitaba hacer esto. Un amigo me dijo: 'Hay que tener huevos', porque podría haber seguido en piloto automático y estar ahí lo que dure el grupo. Pero si no te creés el personaje que estás viviendo...
Nota aparecida hoy en el Suple Sí de Clarín
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